miércoles, 6 de abril de 2011

Mil Gracias!!!

Todos celebramos onomásticos.

El día de nuestro cumpleaños organizamos una “bomba” (“farra” en Ecuador) para agradecer de alguna manera a la vida que tenemos un año más de existencia.  Igual ocurre cuando un ser querido está de cumpleaños, tratamos de estar presentes para felicitarlo y agasajarlo.

Siempre recordamos con cariño el día en que nos compramos ese auto que tanto anhelamos.  Aunque es algo material, hicimos un esfuerzo en conseguirlo. Y mientras más trabajo nos cuesta, más lo valoramos y recordamos.

Todos tenemos presente el día en que nos graduamos, el día en que por fin le dijimos adiós a la U. Nunca falta aquel que organice una reunión anual con la gente de su promo para festejar otro año más de profesión.

Todos mis compañeros de trabajo recuerdan la fecha exacta de su primer día en la Empresa.  Por más que lleguen a odiar a su trabajo, siempre recuerdan ese día. Y siempre hay uno que celebra su aniversario dentro de la Empresa.

En cuando a las relaciones sentimentales, son raras las parejas que no conmemoran su aniversario. Ya sea con una cena, unas flores o un detalle tonto, la mayoría de las parejas siempre tienen presente ese día.

Entonces, hoy me pregunto, porque no festejar el aniversario de mi blog? Sí, ya es un año, bueno más de un año, en que publiqué mi primer post (mi primer post fue publicado el 31 de marzo del 2010) a la lectura pública.

Es más de un año, en que a modo de terapia decidí comenzar a escribir las cosas que se me ocurrían y cuando se me ocurrían. Sin presiones, solo por el simple placer de expresarme y de reírme de mí misma y de las tonterías que me ingeniaba.

Es más de un año, que mi blog ha logrado crear seguidores sin la intención de tenerlos. Y este post es para ustedes mis fieles seguidores, familia y amigos. Este post es para darles las gracias por leer mis locuras y delirios. Gracias Maris, Fanny, Joselito, Cris, Jeannette, Ale, Mariu, Miguelito, Chisber, Jamile, Mayra, Alejandro (a.k.a. Muchaho Borracho), Calin. Mis amigos que un par de horas de haber publicado un nuevo post ya lo han leído. Mis amigos que siempre comentan en mi blog. Mis amigos que a través del chat o en persona me hacen su crítica constructiva y siempre bien recibida a mis textos literarios.

Y claro, doy las gracias también a mi hermanito, que una vez “basureo” mi blog, pero ya saben cómo es la envidia (no mentira muxaxito, he tratado de mejorar). Y gracias a mi mami, que aunque yo sé que solo me lee por curiosidad (para sapear), de vez en cuando me comenta acerca de las cosas que escribo.

Y mil gracias al creador de los blogs. A ese ser humano que tuvo esta genial idea que no incurre en ningún gasto para mi bolsillo, pero vale oro para mí. Su precio vale todo el equilibrio emocional que he tenido este último año. Por eso, MIL GRACIAS BLOG por existir.

Y como todo festejo lo amerita comparto con ustedes la torta de celebración de mi blog.




Y ustedes que me conocen, se han de preguntar: Yessy, celebrando sin chelitas?. Pues, aquí están, heladitas y las comparto con ustedes.  Para mis amigos peruanos les brindo una six pack de Pilsen, y para mis compatriotas ecuatorianos la respectiva six pack de la mejor cerveza del Ecuador y del mundo: la Club Verde.




martes, 29 de marzo de 2011

Pudor, Sudor y...

Es momento de realizar un post de concientización social. Es hora de tratar un tema que afecta a muchas chicas inocentes como yo. Es hora de evocar a la conciencia de los dueños de todos los Gold's Gym del mundo. Es hora de hacer conciencia de la realidad que atañe el diseño estructural de las duchas del Gold's Gym.

Yo, Yessy Vargas, el día de hoy hago un llamado en nombre de todas esas chicas pudorosas que ante una extrema necesidad decidieron ducharse en el gimnasio. Como sé que aún no han de comprender mi reclamo y para no causarles más incertidumbres, a continuación contaré mi historia.

Hace un par de meses de atrás, alegremente y súper motivada (como casi todos los días), me acerqué a las instalaciones del Gold's Gym más cercano al lugar donde habito. Por lo general suelo regresar al departamento después del trabajo para mudarme de ropa y partir con destino al gimnasio. Ese día no fue la excepción. Arribé al gimnasio golpe de 9 de la noche, corrí durante una hora (comentario aparte me declaro fanática acérrima de Forrest Gump) y retorné a mi departamento. Como se imaginarán después de correr durante una hora, con la máquina corredora marcando 10.5 kilometros por hora, una termina literalmente empapada, sudorosa y apestosa.

Cuando arribo a mi departamento luego de una jornada de ejercicio, lo único que se cruza por mi cabeza es meterme rápidamente a la ducha y disfrutar de un relajante baño de agua caliente. Por mi cabeza nunca se cruza la idea de revisar la existencia de agua (después de todo, en dos años de vivir en Lima nunca había sufrido de cortes de agua). Pero ese día fue la excepción. Llegué a mi departamento, avancé hacia el baño, me saqué la ropa, me metí a la ducha, abrí la llave y ante mi asombro y desesperación me encontré con la sorpresa que no salía ni una mísera gota de agua por la regadera.

Pobre de mí, como iba a dormir así, toda sudorosa y apestosa. Para entonces eran poco más de las 10:15 de la noche (el gimnasio al que acudo cierra sus puertas a las 11 de la noche). No me quedó de otra que evocar a mi cabecita, la misma que empezó a maquinar de la siguiente manera (disculparán el léxico coloquial con el que se expresa mi mente, pero es el único lenguaje que conoce y con el que se expresa en mi interior):

Cabecita de Yessy: “Piensa Yessy, piensa… tienes dos opciones:
a.         Te acuestas a dormir así, toda “fuchi”, y madrugas mañana a las 6 am a “pegarte” un “duchaso”
b.         Regresas al gimnasio, te armas de valor y te das un “duchaso”, en esos baños indecentes".

Me faltó comentarles que hace un año atrás mi pobre humanidad ya había hecho uso de las duchas del gimnasio, y en dicho instante me juré a mí misma no hacerlo nunca más.

Cabecita de Yessy: “Chuzo, que más queda, no voy a dormir toda apestosa. Luego tendré que cambiar las sábanas pues para mañana también amanecerán malolientas”.

Así que aparte de armar mi mochila con los respectivos implementos de aseo (jabosito, shampoo, acondicionador, toalla y ropa limpia), me armé de un gran valor para enfrentar dicho reto. Bueno, todo por el gusto de no dormir oliendo mal ese día. Caminé, caminé, recé y recé para que a esas altas horas de la noche ya no quedaran deportistas usuarias de las duchas. Pero mis rezos fueron en vano.

Es que las duchas del gimnasio están hechas de tal manera, para que los usuarios no se queden más de 5 minutos haciendo uso de las instalaciones. Cuando una llega y selecciona su ducha para asearse, tiene que abrir una cortina de tela, la cual haría que se disfrute de un momento placentero bajo el agua con toda la privacidad que el acto amerita. Sin embargo, las paredes laterales que dividen cada ducha están hechas de vidrio transparente. Tan transparente que se ve toda la silueta, cuerpo, curvas, etc, de la vecina que se está aseando en la ducha conjunta.

Ese día seleccioné la ducha más aislada de todas, esperanzada que no llegara ninguna colega deportista a hacer uso de la ducha conjunta. Pasaron 5 minutos, logré hacer uso del jabonsito, eliminado los microbios y sudores de mi cuerpo. Hasta que al sexto minuto apareció alguien a acomodar sus implementos en la ducha que se encontraba del lado izquierdo de la que hacía uso. Asustada decidí lavar rápidamente mi cabello y en un dos por tres agarré la toalla, me sequé (no alcancé a hacer uso del acondicionador de cabello) y me tapé. Imagínense, no iba a dejar que cualquiera morboseara mi lindo cuerpito.

Así, salí volada con la toalla cubriéndome, hacia los vestidores, donde culminé el acto de secado y proseguí a vestirme para retornar a mi departamento.  

Esta es la realidad de las duchas del gimnasio. Anhelo que uno de los dueños, socios o accionistas de estas grandes cadenas de gimnasios se encuentren leyendo este post, y se apiade de mi realidad y mis temores. Porque todas tenemos derecho a disfrutar del momento placentero de un buen “duchaso”, con la privacidad que lo amerita.

miércoles, 23 de febrero de 2011

Las razones de mi existencia

“Se pueden meter con cualquiera en mi vida (hasta conmigo), menos con mi papá, con mi mamá y con mi equipo, y en ese orden específico”, esta es la frase fiel que mis grandes amigos pueden dar fe que siempre ha salido por mi boca.

“Se pueden meter con cualquiera…”, es lo que siempre un ser humano con sangre caliente repite en defensa de algo que quiere con alevosía. Es lo que un ser humano de manera involuntaria proyecta en su cerebro cuando siente una amenaza hacia lo que más quiere.

“Se pueden meter con cualquiera, menos con mi papá….”. Si es que poco a poco completamos la frase original, tocaría añadir a la misma, la frase: “…menos con mi papá”, porque mi padre es la persona más admirable que he conocido en mi existencia. Es un hombre que cuando era niño llegó a comer un banano en un día y a pesar de esto actualmente tiene una familia con tres hijos bien educados, de los cuales dos somos profesionales y el tercero nos está dando la lección a los dos mayores al tener dos premios filantrópicos consecutivos. Es un hombre que salió adelante después que un incendio quemó todos los electrodomésticos que tenía que reparar en la época que era radio-técnico-electricista. Ese es mi viejo, la persona a la que más admiro (con las disculpas de mi señora madre). Es que mi señor padre es la persona que me inspira cada día para ser mejor, para dar el 200% si es posible.

“Se pueden meter con cualquiera, menos con mi papá, con mi mamá…”, y no es porque me sienta obligada a escribir sobre mi mamá en este post que la menciono, sino porque es la persona que ha ganado mi admiración por el solo hecho de haber soportado a mi señor padre tantos años. Y sí, a mi papá lo admiro y lo idolatro pero al mismo tiempo no me explico como mi mamá lo ha podido aguantar tanto tiempo. Porque mi papá es un persona difícil de tratar. Pero mi madre lo pudo hacer, es más, rebaso las expectativas, a tal punto de tener casi 33 años de casados. Mi mamá tuvo la paciencia de soportar dos hijos, casi de la misma edad (mi hermano mayor y yo) peleándonos casi todos los días (con puñete y patazo incluido). Mi mamá tuvo la resistencia de aguantar nuestra pubertad y adolescencia con todos los conflictos que los púberes y adolescentes pueden tener.

“Se pueden meter con cualquiera, menos con mi papá, con mi mamá y con mi equipo”, con las palabras:”….y con mi equipo”, termina este post. Es que a cualquiera pueden ofender, a cualquiera pueden insultar, a cualquiera pueden denigrar, menos a esos tres. Es que mi equipo es pasión. Así no hayamos conseguido aún nada a nivel internacional, mi equipo es lo que me hace amar al futbol (conste que tengo varios testigos que han observado mi maestría para dominar el balón). A mi equipo lo sigo desde cualquier parte del mundo y por mi equipo he aguantado ser “toqueteada” por cualquier mujer policía con tal entrar al estadio a observar a esas camisetas azules dominar el balón. Es que mi equipo une multitudes. Y ustedes se preguntaran, ¿cuál es ese magnífico equipo que tanto me apasiona?, pues EMELEC, ¿cuál más podría ser? Y es que la pasión por EMELEC es el único factor en común que tenemos los hermanos VARGAS. Los tres somos hinchas enfermos del mismo equipo. Los tres gritamos, lloramos y nos apasionamos por EMELEC. Y mi señor padre comparte nuestra pasión. Mi señora madre desgraciadamente es hincha del Deportivo Cuenca.

miércoles, 26 de enero de 2011

El pez muere por su propia boca

¿Quien dijo que ser Jefe era tarea fácil? Yo lo hice alguna vez.
¿Quien dijo que el Jefe no hacia nada? Yo lo hice alguna vez.
¿Quien dijo que los “subalternos” hacían todo el trabajo del Jefe? Yo lo hice alguna vez. 
¿Quien odió a su Jefe por ser injusto y llevarse todo el merito? Yo lo hice alguna vez.

Que equivocada que estaba. Es que el peor trabajo que existe es el ser Jefe. No voy a negar, la paga y los privilegios son mayores, pero la responsabilidad y cansancio mental es infinitamente mayor.

Ya no solo uno es responsable por el trabajo que propio que uno realiza, también se tiene que dar la "cara" por el trabajo de los chicos que trabajan contigo. Pero en lo personal, eso no es lo que más ocasiona el estres y cansancio mental. Cansancio, con los que termino casi todos los días de las semana, cansancio que ni el gimnasio me ayuda a desfogar.

Lo que más me cansa es buscar la manera de motivarlos, sin darle evidencias que yo también me encuentro desmotivada.
Lo que más desgasta es enfrentar sus momentos de rebeldía sin tener que exasperarme.
Lo que me ocasiona más desgaste es tener que contar mentalmente hasta el 100 para no perder la paciencia cuando uno de ellos comete alguna “burrada”.
Lo que más me frustra, es enfrentarlos a ellos para anunciarles noticias que tal vez no les sean completamente satisfactorias.

Porque yo fui como ellos. Yo empecé desde cero. Con las mismas frustraciones, las mismas rebeldías, las mismas insatisfacciones. Y yo no puedo ser hipócrita.

Justo ayer le comenté a uno de los chicos, con los cuales tengo el honor de laborar, que definitivamente no sirvo para esto. No soy capaz de decirles con optimismo una noticia que conozco con anticipación que no les va a satisfacer. Por más que tome como referencias mis antiguos jefes, cuando me daban noticias que me defraudaban, y ellos las enfocaban como muy buenas noticias, es que, yo no puedo ser hipócrita.

Soy exigente, “negrera”, necia, cerrada, déspota, "batracia", hasta grosera a veces. Pero nunca seré hipócrita. Hoy ha sido uno de esos días en los que me he puesto a revisar y evaluar el rol que actualmente cumplo en el ámbito laboral. Ahora, solo me toca consultar con mi almohada esas preguntas que aún no estoy dispuesta a compartirlas con ustedes, mis fieles lectores.